Loreto Labbé
Labbé gusta de utilizar toda la estética y riqueza tonal de nuestra cultura. Su abstracción refleja una complicidad entre la obra y el creador y nos deja atrapados en mitad de una historia que forza al espectador a terminarla bajo su propia imaginación.
Su obra deja entrever que siempre hay un secreto, un secreto entre ella y sus recuerdos, entre ella y sus vivencias, entre ella y su realidad. Es por eso que se puede apreciar distintos acercamientos en diferentes lugares del lienzo.
Como si fueran pequeñas anotaciones, como si fueran mensajes íntimos de ella, con sí misma a manera de recordatorios, que de alguna forma le son necesarios para el todo. Y, que una vez completado, la obra además de estar en equilibrio, le equilibra por igual la vida en perfecta armonía y complicidad una con otra.
Labbé gusta de las cosas justas, livianas y agradables. El sentido del humor le resulta importantísimo y su obra así lo refleja, porque se puede percibir que el último trazo lo hizo con la maestría del oficio y el desenfado de la experiencia trascendida desde el amor, la aceptación y el agradecimiento.
En palabras de Loreto, -Las líneas y los trazos me resultan cómodos. El lienzo y yo vivimos una complicidad aparentemente inocua, pero rica en manifestaciones internas, exteriorizadas y plasmadas en la tela, por medio del color y las texturas. Lo abstracto es para mí sólo un pretexto que me da libertad de utilizar las pinceladas de una manera lúdica e ilimitada, sin embargo cada tiene una carga importante, de lo que vive dentro de mi.