Tere Galván
La obra en general de la artista plástica María Teresa Galván se desarrolla dentro de los parámetros de ese vitalismo estético donde la mujer y la música son protagonistas, y el pincel actúa como el ejecutor de una gran orquesta.
La artista se eleva hacia un surrealismo estético donde predomina el sentir vibrante de la mujer, sus inquietudes, esperanzas, sus éxitos y sus desafíos.
Utiliza en casi toda su obra “la naturaleza” y los elementos que la nutren, representadas como ejemplo visual en Simbiosis I y II a la mujer convertida en pera y al hombre en manzana de donde nace el pecado original.
De esta manera en su obra los elementos son duales, complementarios y hasta en ocasiones ambiguos en el sentido de que el desnudo de la mujer se envuelve entre sabanas de una partitura musical pero a su vez es un instrumento totalmente mundano, de abandono voluntario pero a la vez, de poder crucial y también herramienta indispensable para el entendimiento y acercamiento a lo sagrado. Por lo que en la obra de esta artista se puede percibir la mezcla de lo sagrado y lo profano en una sola estética.
Quizás las palabras de la pintora nos muestren a cabalidad sus intenciones cuando expresa: “Gracias Dios por el don de la imaginación, por permitirme sufrir de alegría, de dolor, de esperanza, de nostalgia, de soledad. Sé que necesito decirlo, el placer de pintar es un destino y trasmitir es una satisfacción”.